El espejismo de “y vivieron felices por siempre”
- Daniel García Peña
- 1 ago 2016
- 2 Min. de lectura

A través de cada sesión terapéutica que se tienen con los pacientes uno de los temas por la que las personas acuden va en torno a un tema central el de “ser felices”, la felicidad como objetivo, pero debo decir algo: “La felicidad no es el objetivo de la terapia, sino consecuencia de esta”. La felicidad se puede definir como un estado del ánimo que supone una satisfacción. Las personas que se sienten felices se sienten a gusto y contentos, la felicidad es un estado de satisfacción por obtener algo, ya sea un bien físico o emocional como una casa, un nuevo amor, un buen empleo o la llegada de un bebe a la familia. Esa satisfacción en la vida está relacionada con nuestras expectativas, logros y autoestima. Si la distancia entre aquello que anhelamos y nosotros es pequeña nos sentiremos satisfechos y realizados, y a medida que alcancemos ese deseo nos sentiremos felices, pero si vemos que la distancia entre nuestro deseo y nosotros es mayor nos sentiremos frustrados e insatisfechos. Uno de los errores que comentemos con mucha frecuencia es creer que la felicidad es el objetivo o una meta en nuestra vida, pero la felicidad es en si la consecuencia de llegar a nuestra meta y también como resultado de las acciones que tomamos para llegar a esa meta que nos hemos propuesto, la felicidad como objetivo principal en la vida es una de las principales preocupaciones de nuestra sociedad, buscan ser felices por siempre, como en los cuentos de hadas, pero la felicidad aunque suene feo algo que dura solo poco tiempo, pero que se puede repetir muchas veces. Una de las metas principales del terapeuta es que el paciente logre un equilibrio emocional en su vida y con ello tenga los recursos para cumplir con sus objetivos. La felicidad no solo está en llegar al objetivo de nuestras vidas, está en el cada uno de los pasos que damos para llegar ahí. Saludos
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